Cuánta gracia tienen todos, desde que perdí eso que no recuerdo su nombre, todo mundo parece feliz en este mercado pintado de azul y el techo amarillo con mucha luz, como si fuera un huerto de Dios. Yo pensé que la felicidad no existía, pero si no fuera por este fuerte dolor de cabeza juraría que estoy en algo parecido al paraíso.
Ayer fui a comer al mercado con la señora que felizmente me sirve de comer, y como siempre vi a la morenita del moño rosa, parece que es la única que posee mi mismo estado de ánimo y eso la hace brillar tanto que hace que sienta cosquillas en mi vientre, sus ojos a pesar de mirar siempre uno a cada lado son hermosos, no creo que sean así, a diferencia de todo mundo ella lo hace para hacerme reir aunque no parece igual de feliz que todos los demás. A veces la gente dice que deberíamos cazarnos, me da mucha risa porque me imagino a ambos con arcos, flechas, alas y un aro en la cabeza que nos mantiene en el aire.
Me encanta cuando la señora que me da de comer, me pide que vaya por los mandados, porque siempre paso por donde está mi morenita, la señora me grita y dice que urge, y yo voy rápido para regresar en un segundo, aunque a veces el segundo se me hace eterno, como si me detuviera en el tiempo y corriera en una dimensión perpendicular a esta. Parece que a la señora también se le hace eterno, porque también me lo dice, pero no ha transcurrido ese tiempo, porque siempre se ríe, siempre es feliz y estoy seguro que afuera del mercado hay un letrero que prohibe entrar a las personas que tienen tristeza en su corazón, o enojo, o ira,
Siento muchas ganas de abrazar a todo mundo, por sus sonrisas, son tan felices que se ríen a carcajadas, pero no los abrazo porque un día lo intenté y no sé por qué razón me comenzó a doler la cara, mi espalda y hasta comencé sin motivo alguno a sangrar de la nariz, yo creo que Dios me castigó de alguna manera aunque no comprendo por qué, pero esa es una de las miles de muestras que me ha dado Dios de su existencia, como por ejemplo cuando platico con uno de sus hijos, tiene cara de huevo estrellado, pero es muy agradable, también se ríe de mí pero parece que tiene un problema con el hígado, tiene los ojos muy amarillos, y hasta de vez en cuando cuando quiero tocarlos, comienzan a aparecer lágrimas del mismo color y sus ojos se le hacen pequeñitos y se hunden, pero no para de sonreir, creo que eso le da cosquillas y llora de la risa.
Hoy vi a un señor muy chaparrito, y muy agradable, era muy chaparrito, gordito y casi sin cabello, sentí tristeza porque no podía caminar, venía en un asiento con ruedas y una mujer feliz como todos en el mercado le hace el favor de llevarlo a todos lados. De lejos se comunicaba conmigo, sólo con la mente, no podía ver movimiento en su boca, pero me decía muchas cosas extrañas que yo entendí perfectamente, me decía que venía de otro mundo y recién había llegado, pero se sentía extraño porque algo lo hacía salir de un equilibrio en el que también estoy yo, decía que pocas veces encontraba a un ser humano que no se preocupaba por cosas del mañana o del pasado, y que vivía en el preciso instante del presente, el ya comenzaba a tener esas preocupaciones y de repente comenzaba a llorar tanto que hasta gritaba, me dolía la cabeza tanto que comencé a darme golpes, luego él se tranquilizó para que yo no me hiciera daño, comenzó a reir y me dijo que nunca saliera de mi equilibrio, me dijo que pronto se desconectaría de Dios y comenzaría a vivir una vida de enojos, ira, preocupaciones y estados emocionales, que se deprimiría, que guardaría rencor. No entendí bien esto último, donde se puede guardar rencor si los sentimientos no se pueden tocar, sólo se sienten y ya, como sea no entiendo de que se entristece si todo mundo ríe a carcajadas.
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