Vivimos inmersos en una serie de ideales propuestos por la maquinaria del capitalismo, donde se nos bombardea de información hasta que somos paralizados como con grandes mangueras de agua, como las que utiliza la policía para ahuyentar a los rebeldes en un mitin.
Finalmente el producto de esta maquinaria, como muchos ya sabemos, es el ser humano degradado a la condición de animal, idiota, "gandalla" o hipócrita, donde sus intereses principales son el poseer, o el reconocimiento social, o el aventajamiento fraudulento sobre el prójimo. Todos los días pues me encuentro con personas que se disfrazan de oficinistas, de adinerados, de guapos y hasta de inteligentes, personas que piensan que son la empresa donde trabajan, que piensan que su condición de "machitos" o mujeres "bien buenas", los hace prevalecer por encima de otras muchas personas que tal vez sean pobres u horrendas, pero que poseen principios más necesarios por la humanidad en estos tiempos.
Es triste escuchar a alguien decir que necesita un título profesional para ser alguien en la vida, para mejorar su nivel de vida, que sueña con poseer dinero para comprar placeres y vida, cuando indispensablemente para todo lo que hacemos deberíamos girar sobre nuestro propio centro, sobre nuestro propio yo. Para tener conciencia de nosotros mismos es obligatorio dejar de pensar en el producto de nuestros esfuerzos como una recompensa, o para beneficio de los demás, no es en absoluto egoísta hacer cada actividad diaria por nosotros mismos, ya que eso nos permite generar desde nuestro ser una luz que irradia hacia nuestros extremos y que puede incluso cambiar el mundo en un instante.
"Ser o poseer", ese es el dilema en el que uno se encuentra cuando el exterior influye de manera invasiva en nuestro ser, y que nos hace olvidarnos de nosotros mismos haciéndonos pensar que somos lo que vestimos o nuestra apariencia física, y es una cuestión que muchos de nosotros nos hemos planteado infinidad de veces, pero sin embargo, no hemos podido hallar un equilibrio o un punto de partida en el que la duda desaparezca, y mucho menos en la cultura occidental, donde si no pagas renta, luz, internet, gastos y lujos, no puedes vivir de manera tranquila, ya que las demás personas al no estar en equilibrio, exigen del exterior esa luz que sólo podrían ver nacer desde el fondo de su corazón.
Cuando finalmente cada quien encuentre su equilibrio y pueda iluminar desde su centro espiritual, dejará de exigir a los seres humanos que lo rodean el alimento trascendente que sólo se puede producir desde nuestra caverna. Al centrar el motivo de cada vibración de nuestro ser, en nosotros mismos, dejaremos precisamente de ser egoístas y daremos alivio a nuestros semejantes en un acto inefable de bondad.
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